Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

jueves, 25 de junio de 2009

Aún te espero

Porque callar es morir

Aún te espero.

Estatua ópaca de peso incierto
con párvulo pulso, mano ingrávida.
Son once columnas las que hoy entretienen el cargo siniestro,
y una pobreza cínica a través del marco de lo infinito.

Es así que distingue las formas sin sombra, ausentes de toda materia
contenido congelado.

El Atlas de mi desdicha avanza soltando la esfera impotente, y el caos celebra una hoja.

La cena está servida, las rojas semillas se pudren, se vuelven aroma y brizna,
esperan atentas, guardando la temperatura para cuando tus flores crezcan de nuevo.

Estatua débil, acúsate del desengaño y la malicia del
hocico feroz que muerde tus huesos.

¡Parte al jardín de Medusa!

Descubre las piedras que te conforman y piérde el hilo que te sacaría de la cuna.

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