Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

sábado, 20 de junio de 2009

Dormir en un lugar que no te pertenece.

Hacer un reacomodo y limpieza a profundidad del hogar es, practicamente, como mudarse, es pensar de nuevo cómo poner los muebles, que lugar ocuparán los libros, qué sigue en tu vida, qué quieres y qué puedes.

Es acostarte en un mar de de muertos desconocidos, decidir que, de cualquier modo, hoy dormirás en un lugar que no te pertenece.

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