Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

viernes, 11 de abril de 2008

Fuerza de voluntad

Levantarse temprano, tomar un baño, desayunar lo que hay, andar por el camino que recorremos a diario, llegar y hacer lo que hacemos todos los días al lugar que nos corresponde, situaciones comunes en un mundo común, pero ¿qué pasa cuando nuestro rutinario accionar se ve interrumpido por la imperiosa necesidad de salir del asqueroso hábito y formar uno nuevo –quizá igual de asqueroso-? Bien, mucha gente se esfuerza día con día por conseguir sus metas y obtener nuevas –la mejor motivación para vivir- pero ¿qué es lo que hace (im)posible conseguirlas?; algunos estudiosos y ridículos catedráticos del confuso mundo de la psicología le han llamado “fuerza de voluntad” o, lo que es lo mismo para la gente con ideas metafísicas, “disciplina”. Ambos fenómenos están ligados (creo) a un tercero que no tenemos en cuenta concientemente al catalogarnos como personas capaces y efectivas de superar un reto, no estamos preparados para el miedo, la intimidación, el vértigo, la inseguridad, en fin, no estamos preparados para nada, sólo tenemos las ganas inmensas de conseguir lo que hemos soñado y una estúpida fe en nosotros mismos que cualquier bestia llorona de seis años catalogaría como “infantil”.

Dejar de fumar, bajar de peso, finalizar exitosamente una etapa de nuestra vida, llevar una vida saludable –con ejercicio y todas esas joterías inadmisibles-, mantener una relación estable, cuidar el ambiente, no sé, infinidad de cosas que parecen un camino irrevocable a la perfección (con sus comentarios subjetivos aquí) parecen inabarcables para un ente podrido, con sólo dos pies, dos manos, dos ojos, una nariz, un cerebro disfuncional, una terrible incapacidad para observar dentro de sí y tan sólo 24 horas por día. Aún así la manía de los hombres por pensar y sostener esos pensamientos a costa del incesante esfuerzo de la naturaleza por llevarnos de nuevo a lo instintivo hacen parecer nuestros objetivos como viables, mas no me cabe la menor duda que el humano (único animal que bebe sin tener sed, como sin tener hambre y habla sin tener nada que decir) es una rapaz caricatura de sí, no porque no pueda lograr lo que se propone si no porque no lo desea, o quizá porque desea demasiado.

Esta perorata de sinsentidos es sólo la manera torpe de expresar una incesante codicia por tener una mirada dentro de mí ¿Se han fijado que todos los sentidos –supongo que de ahí viene la nomenclatura “sensorial”- sirven única y exclusivamente para observar lo que sucede a nuestro alrededor? No sé si sea mi absoluta ignorancia o mi falta de fe, de reflexión o de análisis, pero todavía no encuentro un camino para pasar una ojeada por mi interior, y con esto no me refiero sólo a lo que burlonamente llamamos alma, sentimientos, emociones, carácter, etc., no, eso lo resolveremos con $500 en un consultorio y alguien igual de confundido que nosotros que venga a decirnos en qué estamos mal; a lo que me refiero aquí es exactamente a algún sentido que permita mirar lo que está mal dentro de esta coraza terrible llamada piel, nos hemos esforzado maravillosamente por buscar radiografías, ultrasonidos, encefalogramas, tomografías, todo lo que nos deje observar nuestro cuerpo por dentro, pero ¿no sería más sencillo escuchar? Si te duele el estomago por comer picante, no lo comas, si con la primera fumada comienzas a toser, no fumes, si vomitas de lo alcoholizado, no bebas, es muy sencillo, pero la terquedad mental y la estupidización (perdón, automatización) nos ha vuelto incapaces de resistirnos a tormentos mundanos que creemos placeres, será pues que la falta de fuerza de voluntad o disciplina sólo es una especie de necesidad de autosabotaje, no creo que sea tan difícil comer a nuestras horas, tirar la basura en el puto lugar en que va, no fumar, no beber… y que quede claro que esta no es una moralina puesta a regañadientes, es un aviso, al faltarnos algún sentido palpable para observar dentro de nosotros (esta asquerosa necesidad de los científicos por lo tangible) deberíamos recurrir más seguido al instinto, esa vocecilla que nos dice “no vayas por ahí” segundos antes de enterarnos que acaba de caer un bloque de concreto sobre el trozo de acera que estaríamos pisando si no hubiéramos hecho caso; esa vocecilla nos sugiere lo más prudente pero no estamos dispuestos a escucharla, quiero pensar que sólo es terquedad y no una escasa alimentación de conceptos como “prudencia” o “tiento”, es entonces que caemos en cuenta que la naturaleza nos proporciono de un maravilloso sentido de alerta y algún asqueroso dios nos perjudico con esta estupidez que se llama libre pensamiento, sí, sí, esclavizados mentalmente pero con un efecto positivo en nuestras vidas, claro, si ese dios hubiera sido piadoso o cuidadoso al calcular las atrocidades que cometeríamos con el libre albedrío, es por eso que estoy convencido que las religiones antiguas (que ahora irrespetuosamente conocemos como mitos) eran mucho, muchísimo más sabias, como herramienta social y como herramienta política tenían un gran impacto sobre el beneficio de sus seguidores.

A los aztecas no creo que les faltara ni una pizca de fuerza de voluntad, ellos no eran necios, seguían el culto al cuerpo y de ahí provenía su fuerza espiritual, de lo tangible a lo intangible, nunca al revés; al igual que en la cultura griega se dedicaban los esfuerzos al trabajo y de ahí al espíritu, otra vez de lo tangible a lo intangible, nunca al revés; entonces como esperamos tener fuerza de voluntad, ser tenaces, tener (buenos o malos) sentimientos poderosos y ufanarnos de concentrar nuestra energía al culto del espíritu cuando ni siquiera podemos escuchar a nuestro cuerpo, ya no digamos hacerle caso. Entonces quisiera hallar un nombre para este sexto sentido tan tangible como los otros, no el etéreo que fue una ocurrencia de algún imbecil, quizá le podamos llamar dolor, reuma, osteoporosis, gastritis, enfisema, no lo sé, quizá una palabra combinada con los males más comunes, provocados por el autosabotaje depositado en la esperanza, quizá se llame Enfistritis obedopresión crónipulmolor, quizá este sea el mal terrible de la humanidad, la falta de fuerza de voluntad… quizá el verdadero problema de la humanidad, quizá mi verdadero problema es que no sé escuchar a nadie, ni siquiera a mí.

martes, 1 de abril de 2008

Plagio absoluto... pero divertido

Sí, el del plagio soy yo, leí una entrada en uno d los blogs q tengo linkeados por aquí q es del señor don rul y va así: http://neuronaymedia.blogspot.com/.

La entrada me pareció infinitamente maravillosa y la dejaré aquí para que reflexionen acerca de sus mentirotas, a partir d este momento las letras son de don rul:

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En un artículo antropológico publicado recientemente se afirma que las relaciones sanas entre hombres y mujeres son técnicamente imposibles. ¿A qué se debe esta fatal, legendaria y dolorosa divergencia?, se preguntará el lector curioso. Es difícil responder ya que nadie lee los artículos que publican los antropólogos. Lo cierto es que intuimos que la discordancia entre hombres y mujeres se debe en gran medida a un problema de comunicación. Sí, a que los medios de comunicación dedican gran parte de su espacio a hablar de la equidad de género, los derechos de la mujer y otros conceptos que aunque atractivos no tienen ningún sustento teórico. Los que sí lo tienen son los estudios científicos –que no citaré porque nadie consultaría– que descubrieron que hay diez grandes mitos respecto a lo que las mujeres piensan –aunque el verbo me parece exagerado– acerca de los hombres. Vale la pena aclarar que aunque no coincido con casi nada de lo planteado en esos estudios, los refiero con la esperanza de que contribuyan a mejorar las relaciones entre estos dos importantes géneros.

1. “Me estoy reservando para el hombre con el que me case”. Gracias, qué linda, pero a los hombres no nos interesa la virginidad. Después de todo, la virginidad es el único tesoro del que el poseedor desea deshacerse ansiosamente. La experiencia es requisito fundamental para cualquier actividad bien hecha. ¿Acaso alguien contrataría a un cardiólogo que le dijera con ojitos húmedos y voz dulce “esta es la primera vez que le hago un bypass a un paciente”? Y eso que ellos tienen la posibilidad de aprender en una escuela.

2. “Mi novio está emocionadísimo con la boda”. Nada más falso. Para los hombres la boda es sólo un doloroso, angustiante y costoso trámite para obtener sexo frecuente por un año o dos. El tono de ocre de las flores, el decorado de las velas, la fuente tipográfica utilizada en las invitaciones, la lista de regalos en Liverpool y todos esos intrascendentes e irritantes detalles nos importan menos que la salud gastrointestinal de los dirigentes del PVEM. Es inútil esperar entusiasmo masculino en la organización de estos lamentables eventos.

3. “Necesitamos hablar más”. Según un estudio publicado por el Public Investigative Psychology Office (PIPO por sus siglas), si excluimos el lenguaje obsceno empleado durante el sexo, 99 de cada 100 hombres consideran el silencio como la cualidad más deseable en su pareja (después de los atributos anatómicos convencionales, por supuesto). La misma investigación señala que los momentos en pareja que los hombres recordamos con más cariño son aquellos en que la mujer está desnuda, callada o ausente.

4. “A los hombres se les conquista por el estómago”. Según las estadísticas del Parson’s International Fund for Investigative Arts (PIFIA por sus siglas) el 86% de los chefs más cotizados del mundo son hombres mientras que el 99% de las prostitutas más célebres son mujeres. Esto prueba de manera categórica que no es la capacidad para preparar mole de olla lo que los hombres buscamos en una mujer.

5. “La novia se veía preciosa”. No es que este mito afecte demasiado las relaciones de pareja, pero tampoco les ayuda. Cuando una mujer emplea seis horas en enfundarse en un vestido de hada madrina, en cubrir cada milímetro de su rostro con una gruesa capa de polvos de colores diversos y en hacer con su cabello una colosal torre que simule un nido de pelícanos, el resultado es lo que la gente de teatro conoce con el nombre técnico de “una tipa disfrazada de hadita prostituta”. Todos sabemos que las novias se ven ridículas y antiestéticas. Las mujeres no lo dicen porque ya pasaron por eso o saben que tarde o temprano pasarán. Los hombres lo callamos porque la última vez que un hombre le dijo a su novia “creo que es un exceso” refiriéndose a los 93 cms. de su cabello, la rotación de la Tierra se detuvo por cinco segundos.

FE DE ERRATAS: Escribí que las embarazadas se ven gordas e indeseables, cuando en realidad quise decir que se ven sumamente cachondas y seductoras. Gracias a todos los que me hicieron ver esta inexplicable errata.

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aqui se termina y espero q se diviertan