Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

martes, 1 de septiembre de 2009

El optimista

-Siéntese y espere un momento

Un momento que se convertiría en varias horas de aburrida espera entre encuadernaciones notablemente viejas e ilustres. Quizá en la comodidad de un escritorio, atrincherado tras un ordenador y jugando algún videojuego idiota, la espera no hubiera parecido tan fúnebre, tan insolente,; sin embargo, me encontré atrapado en los juegos burocráticos nacionales, me sentía el mayor de los expertos en búsquedas bibliohráficas y el mejor organizador de investigaciones, claro, hasta que se acercó la encargada.

-El número que usted requiere no se lo podemos prestar.
-¿Por qué no señorita? Si es usted tan amable de informarme.
-Porque el horario de préstamo de esa revista es hasta las 10:55 y son las 10:56.
-Pero... ahí dice que el horario de préstamo es de 10:30 a 17:30.
-Ah ese viejo letrero, sí, es muy antigüo, pero esa revista sólo la prestamos hasta las 10:55.
-¿Hay algún motivo en especial?
-Sí, porque así es.

A veces mi energía para discutir disminuye como la vida de un niño al que "se lo chupó la bruja". Así que desistí después de unos minutos más.

-Bien, entonces por favor présteme esta otra.
-Llene otra papeleta.
-¡Ya la llené!
-No, esa sirve sólo hasta las 11:00.
-¿Sería mucha molestia preguntar por qué?
-Cambiamos de turno.
-Pero entran 10:30
-Cambiamos de turno


-Listo, una papeleta.
-Bien siéntese y espere.
-Pero... pero ya tiene la revista ahí justo detrás de usted.
-Siéntese y espere.
-Muchas gracias señorita.

Odio, del modo más profundo, tratar a la gente estúpida y grosera como si fueran la nobleza victoriana. Simios reproductores de chillidos que creen que te hacen un favor por ser analfabetas funcionales y que están al cuidado del conocimiento infinito de una nación.
Una idea tan idiota como poner a una gallina gorda, vieja y a punto de morir a cuidar la entrada del pentágono.

-JÍMENEZ
-¿Sí?
-Su revista.
-Gracias.

-Un momento, no es esta la que pedí.
-Sí, sí es.
-Pero yo le pedí la revista A.
-Pero la revista A. sólo la prestamos hasta las 11:10 y son las 11:13.
-¡Usted fue la que tardó!
-¿Me está reclamando? ¿Está diciendo que soy una inútil? ¿A mí que con mi gran corazón le traje una revista para que no se fuera con las manos vacías? ¡Qué maldita es la gente!

Y mientras el golem de carne seguía llorando, salí de la hemeroteca con fotocopias de una revista que ni siquiera conozco, en fin, no soporto las lágrimas humanas.

2 comentarios:

FerGil dijo...

Sí, cuando hice mi tira estaba pensando en ESTE tipo de situaciones, pero ya sabes, la consigna allá es "nada de política". Buen blog, eh? Felicidades!

Pesadilla dijo...

Gracias FG, espero que estés por acá más seguido