Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

lunes, 25 de febrero de 2008

Hyfyhisd

Un susurro corrompía las luces del pueblo, una extraña sensación se apoderó de sus zapatos, las piedras aplastaban sus ideas y el silencio le hacía insoportable su existir. Ya no más de las noches sin sueño, no más de los cigarros a medio terminar, no más del tiempo dedicado a recordar las cosas miserables, junto con el equinoccio regresa la oportunidad de recolectar nuevas tristezas y nuevas alegrías, de tener cosas nuevas por las que llorar, de dejar descansar los nudillos y encontrar paredes sin lagrimas que estén dispuestas a beber con nosotros. Pero, en dado caso, eso será hasta el equinoccio, ahora aún es invierno, queda media estación para descargarse y dejar pudrir los sueños en la chimenea, queda media estación para replantear el mundo y la cadena de tonterías que consigo lleva.

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