Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La historia de mi sombra azul

Una mañana de viajes citadinos, como cualquier mañana en cualquier ciudad, olvidé mi carpeta con el trabajo del día en casa, por lo tanto tuve que volver, sorprender a la jovencita que me ayuda con la limpieza bailando a Michael Jackson y volver a trabajar. El camión casi choca, dos veces, supongo que los cincuenta centavos extra que me cobró fueron ára cambiar el espejo que algún descuidado colega destrozó; entonces decidí olvidarme un poco de la avenida humeante y violenta, abrí mi libro de Ray Bradbury y comencé a charlar con él. Me guiñó el ojo y sonreímos juntos las primeras páginas, terminamos por llorar hombro a hombro como dos niños que han perdido su tesoro, é perdió a Perro, yo perdí varios sueños.

De pronto sucedió algo maravilloso, ¡vi mi sombra!... ¿y exactamente qué es lo maravilloso de ver una sombra? Bueno, era una sombra común y corriente, lo admito, con la excepción de que era azul. Sí, azul, un azul intenso, fuerte, como la superficie del mar cuando debajo hay una gran profundidad. Era lo más asombroso que me ocurría desde hace tres meses, quizá significaba que por fin me purificaba, quizá era que mi alma dejaba mi cuerpo y la muerte comenzaba a desnudarme. De cualquier forma las posibilades eran infinitas; ahora podría presumir mi maravillosa sombra azul a mis amigos. Aunque la sombra azul sólo existía en el libro de Ray, eso no importaba porque tenía forma de mano, un eclipse cristalino para el mundo que habitaba en esas letras tan pequeñas, pero no creas, querida amiga, que era sólo una sombra de mano.

Si me esforzaba podía convertirla en cientos de cosas, por ejemplo, una paloma azul, estática, símbolo de la derrota de la paz humana; podía ser un doberman azul, feroz, quizá el padre de Cerbero; un corazón azul, para soñar que verdaderamente soy parte de la realeza y estoy lleno de vida; podía crear lo que me viniera en gana, era mi sombra, y era azul (cómo se sorprendería Peter Pan si la viera).

Mientras pensaba qué otros usos podría darle a mi maravillosa sombra azul me dí cuenta que en la naturaleza pocas cosas son azules, quizá una flor perdida en un valle de amarillo, quizá alguna mariposa en un bosque café, quizá unos ojos buscándote en una ciudad gris.

Los colores de la naturaleza son, principalmene, rojo, café, amarillo, verde, blanco, rosa y marrón, pero no azul. El mar no es azul, el cielo no es azul, son tecnicismo que usamos para poder designar algo que está más allá de nuestras insuficientes palabras.

El azul es una herramienta humana, por lo tanto es artificial, es un color primario porque es de lo primero que pudimos explicar, no porque sea lo primero que existió (lo cual demuestra su falsedad); el azul es un tecnicismo, probablemente lo único natural y azul que conozcamos sea la tristeza del hombre, un suspiro intenso que llevamos por sombrero, por medalla, un cúmulo de energía (azul) que te destruye poco a poco.

2 comentarios:

¡Ahorrame los detalles! dijo...

Es la primera vez que escucho que alguien vio su propia sombra de color azul. Y tenés razón, yo cuando era chiquita siempre me preguntaba por qué no existían flores azules... :)


Sol

Pesadilla dijo...

Sí, es triste eso de los colores, una pobre percepción humana, que gusto de tenerte por acá, espero regreses.

Saludos