Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

jueves, 4 de octubre de 2007

Un quetzal

Un quetzal, cola larga, colores hasta en los huevos, valor incalculable, el canto más bello del planeta, una vida absolutamente sagrada, arte hecho vida, y lo mejor, el inminente peligro constante de extinción... ¿quién no quisiera ser un quetzal?... yo alzo la mano con humildad, si alguna vez pudiera hacerlo realidad no creo lograrlo pero sí que lo intentaría... bueno, ahí la vemos, por cierto, ¿se imaginan que Quetzalcoatl evolucionó y se volvió una bestia marina que espera paciente su momento de volver?

Descansen y sonrían que a veces no quedan respuestas, sólo preguntas que no quieren ser contestadas

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