Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Seis meses

Porque callar es morir


Seis meses.

¿Sabes? Hoy también quería platicar contigo, hace ya medio año que mis manos están en silencio, llenas de palabras falsas y huellas inútiles. Hace medio año que no cocino y no como, que no sonrío ni veo televisión, hace seis meses que te extraño tanto.

No sé si el tiempo se mida igual donde sea que estés, ni siquiera me puedo imaginar las aventuras que puedas estar viviendo, pero estoy seguro, cada vez más, que nos veremos pronto, muy pronto.

Más de lo que pienso y necesito he estado aquí, no deseo permanecer un segundo más ni seguir dominando el terrible lobo que aparece en las terribles selvas de Dante. No pienso perdonar ni odiar de nuevo y mi destino quizá esté en el limbo (pero las de ellos estarán en Giudecca y Caína).

Que disgusto escribir lo que escribo, que abominación penetrante leerlo, que sombra material no tener recuerdos, ni silencios, ni disgustos que compartir.

Odiemos pues, nuestras vidas, sentémonos a esperar el 2012 con ansia y esperanza de que en verdad esto termine, que pesar estar solo, que pesar no acompañarte.

Odiemos, entonces, mi incapacidad de escribir, y develemos esa gran mentira de la humanidad ¿que no se puede vivir sin creer en nada? Pamplinas, la vida, aveces, gira en el eje de hacer y no de creer, una muerte proxima al párpado. Un segundo y el mundo gira, medio año y no se detendrá nunca más

La punta de mis dedos se ha quedado vacía y no hay más que decir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando escribir es un dolor, las cosas más intensas suelen salir de dentro.

Anónimo dijo...

Que hermos y que fuerte, hoy me pega tu texto...

Sublime


Tamy

Karina dijo...

No, no digas que se verán pronto. No tengas esas esperanzas

(coincidentemenete escucho una canción que va perfecta de fondo y sólo si me ves te dire cuál es, cómo se llama)

Te abrazo.