Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

lunes, 19 de enero de 2009

Para cuando te vayas, para cuando te fuiste

Hubo un día en que nuestros caminos estuvieron a la deriva, en que los sueños se perdían justo al ser concebidos. En esas tardes amargas de noches sin fin solíamos palmear nuestras espaldas y sonreír, fingiendo que todo pronto estaría bien. Pero no lo estuvo, juro por lo más sagrado que no fue así, vinieron más noches de tormenta, más túneles obscuros, más minutos en los cuartos de espera, más carcajadas tristes, ahogadas por nuestro llanto que simulaba la felicidad. Solos, sólo nos teníamos a nosotros, cada quien a sí mismo y por momentos al fantasma de la amistad, cada quien consolando sus propias penas y sin permitir jamás penetrar a un extraño la frontera de nuestros secretos. Solíamos, sí, solíamos fingir que éramos personas tristes -y quizá lo éramos-, nos gustaba la miseria, la frialdad del mundo, los vicios déspotas, la vida huraña y el total desenfreno emocional que puede surgir de unos pequeños seres de entre quince y diecisiete años.

Pero todo cambió la tarde, aún de invierno, de un frío marzo memorable en que nuestros caminos se cruzaron por vez primera, en que nuestro clandestino oficio de piratas nos daba, por única ocasión, la oportunidad de conseguir aliados con quien recorrer las nuevas aventuras. Y en eso nos convertimos, amigo, en aliados feroces que respetaron ante todo la lealtad, el valor, la gracia, la belleza del último suspiro, un suspiro que se convertía de a poco en eternidad; pero, sobre todo, respetamos nuestras tristezas, nuestros enfados, motores principales de abundante alegría fresca, tanto que con ello logramos crear un mundo, nuestro mundo, y en él habitamos, corrimos, volamos, incluso la Muerte con sus bellas alas nos alcanzó, aunque jamás nos detuvo, no quiso detenernos.; así, pudimos crear mundos más grandes, más bellos, recopilaciones inolvidables de todas esas cosas a las que le llamamos "Magia".

Ya con este camino creado, recorrido, supimos lo que era la tiranía, la desidia, el asesinato, el amor, la solidaridad y la pasión, claro, porque todos fuimos tiranos desidiosos, crueles entes que asesinaban con amor y, antes que nada, compañeros solidarios y apasionados. Las batallas no terminaron, hubo más, más violentas, más duras, más impactantes donde murieron compañeros y levanto la vista en su memoria; pero pudimos, como siempre y como nunca, pudimos ganar aquellas afrentas de la vida contra nuestra ingenua alma, y lo hicimos así porque nos custodiamos, siempre, hombro con hombro, y debo decirte que fue un honor luchar a tu lado.

Ahora nuestras naves se deben separar, te espera un puerto distinto, nuevas tierras por conquistar, te espera un soplo de fuego violento, cariñoso, que será tanto tu protector como tu protegido. Sabes que no te dejaría partir -y no lo hago- si no tuvieras la única compañía que ahora puedes desear, te dejo -pero nunca lo haré- quiero que vayas de viaje y regreses a contarme las nuevas sendas recorridas en las que dejaste –dejaron- estelas de vida. Por ahora me despido -sólo por ahora-, trátame como si estuviera muerto que quizá lo esté algún día, trátame como si estuviera muerto porque lo estoy, a mi alma le duele profundamente la tristeza de no estar ahí, pero también le embriaga la alegría porque fuimos y seremos. Cuídate, cuídate mucho, honra las cosas que nos impulsaron a vivir: honra la verdad, el peligro, la fortaleza y la debilidad; cuídala, y cuídala bien que ella te cuidará, honra todas aquellas cosas que te impulsan a vivir: su sonrisa, la manera en que te mira cuando está enfadada y sabes que te ama más que a nada en el mundo, honra su tiempo, sus caricias, sus pensamientos, su amor por ti y tu amor por ella.
Sé de antemano que lo harás, porque así eres, porque así fuimos.

Por lo demás, bueno, lo que dice todo mundo, sé muy feliz y que te vaya bien, pero sabes que las sonrisas sinceras aparecen pocas veces en esta vida, y cuando has aprendido a reconocerlas entonces has ganado.

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