Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.
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miércoles, 20 de febrero de 2008

Noche en peligro

Ya no quiero escribir, ya no quiero beber, ya no quiero comer, ya no quiero despertar ni seguir soñando, la vida pierde sentido cuando uno siente cerca el perder de su aliento, cuando la carga de responsabilidad diaria te jode las sonrisas, cuando las noches son cada vez más largas, cuando las palabras son cada vez más cortas, cuando el atardecer está cada vez más cerca del amanecer, cuando estoy acostumbrado a pedir limosna de tiempo.