Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

domingo, 28 de febrero de 2010

En un cuaderno

Estaba agotado de la semana, no tenía mucho que hacer y quería pensar un poco, así que acudí la tarde de cualquier domingo a una cafetería cercana, comencé a hojear el libro de Carl Sandburg que recién compré en la feria de libros de viejo y quedé sorprendido de la fascinante manera de escribir de este viejo norteamericano.

Terminé, pues, de disfrutar unos poemas de la antología que llevaba y llegó mi bebida; por el miedo que me causaba manchar el libro lo puse en la silla de al lado, ahí, abandonada, había una libreta, con no más de 20 hojas, casi todas en blanco.

Comencé a hojear el objeto y descubrí que, probablemente era de algún buen dibujante, estaba llena de bocetos excelentes de historias que nunca se contarán. En el recorrido que hice, observé que los bocetos, alrededor de 15, estaban agrupados en 4 hojas solamente. Lo demás era un níveo campo de nada.

Llegué al final de la hoja y me encontré un pequeño texto, el cual quisiera reproducir, ya que me ha parecido, si no impresionante, al menos muy emotivo.

Lo primero era una nota: "Estimado desconocido, si lees esto significa que mi intento fracasó, quería recuperarla, entender la fórmula para mantenerla a mi lado, pero todo fue inútil, ella se fue, me dejó en esta silla donde te sientas ahora... [rayones ilegibles] ... compartir esto contigo, las últimas notas que escribí, ni siquiera sé si las escuchó, pero no importa más, ya no está. Entiende que esto es algo muy caro para mí, así que trata de honrarlo como si fuera tuyo".

Cuando terminé de leer esta parte ya estaba intrigado, no porque me importara lo que escribió aquel pobre diablo, seguramente un mal poema o alguna porquería similar, lo que me tenía ansioso era conocer por qué decidió dejar sus notas a cualquiera que pasara; una forma muy interesante de rendirse.

El texto decía lo siguiente:

"Hola, hace mucho tiempo desde la última vez.

Quería saludarte, hace más de tres o cuatro semanas que pienso constantemente en ti. Tuve un sueño hermoso en el que aparecías con tu pelo corto y tu sonrisa radiante. Desde esa noche te extraño como hace mucho no te extrañaba, he caído en cuenta que antes que cualquier cosa extraño a mi amiga, a mi confidente, a mi cómplice; no recuerdo un sólo secreto en el universo que no guardaras por mí o que yo no guardara por ti (Oriana y Amadís), recuerdo que nuestros elementos reunidos eran profundamente destructivos, pero durante mucho tiempo supimos apuntar hacia otra dirección, no importaba el destinatario, lo que importaba es que siempre era el mismo, unión de fuerzas que sólo nosotros conocíamos, como la historia de la pareja de asesinos que sonríen al atardecer. También recuerdo, espero tú lo hagas, las noches eternas en que conversábamos hasta el amanecer y, ¡Carajo!, cuánto extraño eso.

El tiempo ha pasado rápido y violento, parece que entre más historias se acumulan menos se pueden contar.

En fin, sólo quiero saber que sigues bien y feliz

"Por los amigos ausentes, los amores perdidos, los viejos dioses y la estación de las nieblas; y que cada uno de nosotros dé al diablo su merecido" "

No es un poema, no es una porquería, quizá sí sea un pobre diablo, pero hago lo que pidió, trato de honrar esto como si fuera mío.


6 comentarios:

MIN... dijo...

Que trsiteza que esto tuviera que acabar aquí, digo, tristeza por el wey que lo escribió porque no creo que cualquiera de los que aquí entra a leer sea el destinatario de semejante texto.

Pero que bien por nosotros que podemos conocer esta historia...

Por cierto, yo conozco una Oriana..

:D

Anónimo dijo...

sigues en las drogas verdad pinche tocayo?

maryc dijo...

buena manera de honrarlo

Sybila dijo...

Y conmovida quedé.

Creo que sí, es una gran manera de despedirse. Lanzar la botella /libreta/ al mar (ciudades, bancas de parque, cafés).

Sí sí, es una bonita forma de dejar un mensaje.

La cuestión crucial en esta historia- ¿podrá ser?- es que el destinatario sabía que hay dos caras en la moneda: o la recibe el sujeto a quien van dirigidas las palabras o la recibe otro sujeto, que da constancia de esa historia.

Y la mayoría de nosotros -pienso yo- hecemos eso: tratamos de dejar nuestra huella en los otros: las huellas de nuestras historias, acciones y palabras.

Requiem por la extraña que se acordará de un nombre en alguna avenidad y le darán ganas de tomar un café. Requiem por el extraño que regresará a una silla para constatar que el mensaje ya no le pertenece. Y bienvenid el azar, que todo lo puede.

Saludos.

Don Rul dijo...

¡Oh, qué buen texto!
De una forma u otra todos somos náufragos arrojando botellas con mensajes a un mar que no es otra cosa que un océano de botellas con mensajes que nadie leerá porque estamos demasiado ocupados arrojando botellas al mar.

Lienzo dijo...

jejeje el comment de Gaby me hizo reír un poco...

Para hablar con extraños hay que tener valor.

Pero hay que tener más valor para aceptar el vacío, para rendirse a la no trascendencia. Saberse vano es la más difícil sabiduría.

No veo porque no afirmar que no es un pobre diablo.

Valor... al fin y al cabo todos somos cursis.

Un saludo con mucho aprecio!