Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

lunes, 30 de julio de 2007

Las tragicómicas aventuras de los agentes M y K: El mejor día de trabajo

Las tragicómicas y exóticas aventuras de los agentes M y K.

Inició el día como ya estaba acostumbrado: borracho, desvelado, a las seis cuarenta y cinco de la mañana, cuando el sol se despereza y sacude las larvas pegadas en su sábana que se juntaron mientras la ciudad dormía.

Un ánimo jovial lo inundaba, despertó en casa de quién sabe quién, por quién sabe qué; salió de la habitación intentando no molestar a su hermano mayor y a la hija de éste. Recibió a oscuras una sonrisa que hace años no le iluminaba la vida, era tan lejana, tan ajena que, por un momento, se desconocieron. Solucionado el malentendido, un licuado de plátano con chocolate y un abrazo fueron la perfecta despedida, ahora sí, de regreso al terrible mundo que acecha a cada instante, enfrentarse de nuevo al ser terrible, unánime, tan extraño que su homogeneidad consiste en la divergencia de sus partículas.

El metro, como siempre, iba lleno y olía a prisa citadina, pero ya su hogar lo esperaba aunque fuera por unos cuantos minutos: una ducha, algo de comer y de regreso al laberinto.

Al llegar al centro de operaciones encontró a la agente K e intercambiaron datos útiles y experiencias del fin de semana que servirían para concretar su proyecto de investigación. La jefa llegó, haciendo sonar sus tacones marco su presencia desde 124 metros antes de estar en la puerta. Despistados, dispersos, habladores y neuróticos como eran, recibieron el regaño matutino correspondiente –siempre bien merecido- y entraron al salón de tecnología avanzada.

En el primer evento, el grupo Alfa fue vencido por el Beta y consiguieron que los jefes confirmaran sus sospechas. La segunda aventura del día era arriesgada, sólo para gente atrevida, sin miedo, valiente, imprudente y estúpida… así que el caso fue aceptado por K y M.

Se acercaban sigilosamente, observaron cada movimiento de la famosa funcionaria pública, esperaron a que estuviera sola, lejos de sus guardias, de su equipo de trabajo, de todo. En un instante el aire se nubló, violentamente saltaron sobre ella, arrinconada, con la voz quebrada y lágrimas en los ojos no le quedo más que responder al cruel interrogatorio, siempre y cuando no quisiera sufrir las asquerosas torturas preparadas por si no cooperaba.

Con la información en la mano acudieron a la cita con el jefe del proyecto, un colombiano dueño de… mejor conservar algunos secretos. Cotejaron los resultados y entendieron que debían reportarse con su superior de tacones de acero. Hicieron las notas necesarias y terminaron con la ardua tarea, no sin antes adentrarse en un infinito oscuro de correcciones y datos falsos que les proporcionaron.

Era hora de comer, estaban dispuestos a separarse y tomarse un tiempo, ya que la convivencia intoxica los buenos tratos… estuvieron a punto de dispararse.

Para salir del complejo encontraron una ligera dificultad, les habían tendido una trampa, estaban encerrados en el quinto piso y las ventanas estaban ya cubiertas de acero, tomaron las escaleras y encontraron las principales puertas cerradas así que se infiltraron por el salón donde se guardan los datos, avanzaron silenciosamente hasta llegar al sótano; estando ahí se hicieron pasar por empleados de intendencia, la puerta estaba abierta, un camión lleno de millones de dólares en acciones y efectivo estaba saliendo, era su oportunidad… hasta que un maldito guardia les cerró el paso y los amenazó, de regreso a la celda escoltados, no tuvieron más remedio que encontrar las miradas.
-Estuvimos tan cerca
-Sí, tan cerca

Ya sentados en la fría banca de acero escucharon pasos, tan tenues que, si no fueran del grupo de élite, los hubieran asesinado, así, sin más. El cerrojo de la celda se abrió y una mirada alegre, segura de sí, aventurera y amistosa, casi angelical, les mostró la salida. Era una mujer que estaba de su lado, sus motivos tendría, pero hay secretos que deben permanecer así.

La joven que les ayudo a escapar los observó pálidos, con unos andrajos y una mosca en cada bolsa, de tal suerte que, movida por compasión, bondad o sólo un poco de amor, les alimentó de manera abundante; mientras tomaban un café y se reposaba la comida, hablaron de situaciones banales que requieren un minucioso estudio para entender el valor intrínseco de las relaciones humanas, pero el tiempo se agotaba, era hora de regresar y despertar del sueño de media tarde.

El encuentro con el sudamericano de carácter duro, correoso, fue menos hostil de lo esperado, puso en manos de M y K agentes nuevos para que les dieran una introducción y unos minutos de entrenamiento antes del encuentro con los organizadores de la red que pretendía ser mundial.

Terminó el encuentro, los nuevos agentes fueron llevados a la salida con la ilusión de pertenecer a tan gloriosa agrupación (patrañas, según M); por el celular sonaba la voz del vicepresidente de la dirección de registros locales, había una precisión que hacer en los datos que proporcionaron por la mañana, el asunto quedó aclarado.

Era momento de salir, ir al hogar a descansar y terminar con el pesado día, pero el destino, siempre tan cruel y –maldita sea- juguetón, les tenía varias sorpresas preparadas.

La limusina pasó por ellos, el colombiano los acompañaría para asegurar que la información no se filtrara. M, con su poder de convencimiento, se separó de su compañera y del acompañante que pretendía intimidarlos. Llegó al recinto abandonado, cervezas vacías, dolores de whiskey y mezcal, tabaco añejo pronto a abandonar y mil recuerdos tristes de ella –un fantasma que deambula por el corredor que lleva a la sala- inundaban la habitación. Prendió el monitor y ahí estaba, con sus tacones del otro lado de la pantalla, parecía espiarlo a cada momento.
-Espera la llamada
-Como diga
Y sonó el maldito teléfono, querían el audio, escuchar la conversación, no perder un solo detalle, a él no le quedó más remedio que entregarlo, lo puso en línea y llegó hasta el complejo infernal –suerte que tenía copia, previsión de K-.

Un error ¡Con una chingada! ¿Cómo se equivocaron en algo tan sencillo? Mover influencias y antes de que la información llegara a ÉL había que modificarla, de no hacerlo la búsqueda de víctimas se reduciría de veinte a ocho millones.

Y ahí, de nuevo, el casi ángel tendiendo su mano, tersa, gigantesca a comparación del interior del agente, impactado ante su sonrisa se destrozó y perdió la vista, sólo pudo balbucear un estúpido “gracias” y sentirse consolado, a punto de llorar por el cálido abrazo que le regaló aquella mujer, ahora, inalcanzable.

El lunes fue, ahora sí, redondo, justo, una buena cena y a dormir, antes tenía que graficar la marcha de la vida, anotar en su bitácora los sucesos de ese extraño correr de horas, mandar un correo a la rubia de nuevo ingreso –que por cierto era pupila de su mujer inalcanzable y parecía hacerlo en forma de premio de consolación-. Un poco de jazz en la voz de Ximena, un susurro que lo acurrucaba y lo perdía en ese universo que él construyó, mañana se levantará a pelear de nuevo, otra maldita vez a luchar por un lugar en el mundo.

1 comentario:

Karina dijo...

Agente M, agente M, responda!!!!

¿Hoy también trataresmos de conquistar al mundo?