Porque ya no se puede soñar

La noche eterniza el momento en que recuerdas, incuba rostros y figuras que, al amanecer, quebrarán la realidad que te rodea.

La cotidianeidad nos corrompe y el único modo de salir de ella es trabajar por recordar; nunca olvidar el pasado para pisar firme en el presente, concientizar que estamos en un sitio prestado y que respiramos aire contaminado, ajeno, construir el futuro basados en el segundo que se aproxima, amenazante.

Tarea ardua abrazar al desencanto, volverlo parte de tu vida y, cuando haya perdido su utilidad, desecharlo, borrar con un paño las huellas digitales que se hallan plasmadas en la piel, en la tinta, en el papel que, nunca olvidarán un rostro sonriente, firme, pleno.

martes, 9 de febrero de 2010

El arte de no estar

Días atrás en una maravillosa clase de Bu-Do, es decir “El camino del guerrero”, el Sensei nos enseño una lección que me sorprendió de manera considerable.

Cuando ves un Chinai (espada de bambú) acercándose hacia ti, la reacción instintiva es levantar las manos; bastante efectivo si te gusta tener rotos los dedos. Pero ¿qué pasa cuando en vez de una espada de madera hablamos de una filosa Katana? La respuesta es sencilla, levanta las manos y te serán atravesadas como jamón serrano. Al igual que estas legendarias y tradicionales armas, hay muchos elementos en la vida cotidiana que amenazan tu seguridad personal.

La lección que aprendí es la de “no estar”. Sencilla, práctica y muy efectiva. ¿Cómo la espada te golpeará si ni siquiera te encuentras en su espacio? ¿Cómo podrá lastimarte el puño del oponente si tu cuerpo no está presente para recibir el golpe?

Tradicionalmente enfocamos nuestra energía y tiempo en aprender a defendernos; sin embargo la defensa deberíamos considerarla una segunda opción, el recurso que precede al no estar.

Cuando acostumbras tu instinto a que su reacción primera sea no estar, la defensa se convierte entonces en un elemento innecesario. ¿Cuál es el motivo o la necesidad de presenciar, provocar o inmiscuirse en conflictos que no llevarán a nada? Creo que el no estar es una excelente herramienta para mantenerte alejado de aquellos obstáculos que te impidan acercarte a los objetivos que tengas ya claros en tu mente.

Uno de los más grandes problemas a resolver con esta cuestión es ¿qué batallas vale la pena pelear? Difícil ya que la respuesta se sujeta a lo individual, pero creo que entre más se eviten menos sangre será derramada, y eso siempre será positivo.

El camino del guerrero no está marcado por la cantidad de batallas que ganó, sino cuántas pudo evitar.

Ya como apéndice, creo que por fin entiendo la esencia del nombre del libro guía del Samurai: el Bushido. En una traducción literal significaría Guerrero-muerte-camino. El camino de la muerte del guerrero. Gran tradición aquella que enseña a morir a sus hijos más queridos.

4 comentarios:

Sybila dijo...

"Gran tradición aquella que enseña a morir a sus hijos más queridos."

Un final casi poético...

Y respecto a no estar. Claro, si uno no está, no le pasa nada.

Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero, a veces lo trágico es eso: que no le pase nada.

(Si no salgo a la calle, ciertamente no me atropellarán, no me mojaré con la lluvia, no me expondré al smog; pero tampoco podré conocer gente, o no tendré un sin número de experiencias)

Sé que te refieres a que hay peleas inútiles, en las que uno sólo hiere –y lo hieren-y no se llega a nada.

Concuerdo. Se vale –por salud física y mental- no estar.

Pero hay batallas que se tienen que librar. Aunque uno salga muerto. A veces se trata de justicia. A veces de valor. De impulso. Otras de convicción.

Lamentable o agraciadamente, tomar riesgos –en las cosas que verdaderamente te importan…porque uno puede tomar riesgos también “inútiles”- tomar riesgos es siempre un volado: terminas con los dedos rotos, o con guirnaldas sobre la cabeza.

Y, personalmente, creo que hay etapas en la vida en que aunque esos “riesgos” sean inútiles, son, en todo caso, experiencias. Y ese bagaje de experiencias, y la conciencia de esas experiencias son, en suma, lo que nos permite vivir de ahí pal real con más intensidad.

Saludos.

Pesadilla dijo...

Sibila: Lo lamento, lo lamento en serio, pero estoy en profundo desacuerdo. Auqnue por supuesto, lo que expones es el pensamiento occidental y con ese hemos crecido; recuerdo que una vez un muy buen y sabio colega me dijo "no tienes que meter las manos al fuego para saber que te quemarà".

Hay muchas formas de ganar experiencia en la vida, no todas (creo que màs bien pocas) deben partir de la base empìrica correctiva; podrìamos aplicar un poco màs la cultura preventiva.

Un monje zen, en una ocasiòn ide a su pupilo que vaya al pozo a llenar la cubeta con agua, antes de partir golpea la mejilla del joven con la palma de su mano.

El joven pregunta -Maestro ¿por què lo has hecho?

El viejo responde -Pude esperar a que llegaras al pozo, llenaras el càntaro y, de camino, tropezaras, se rompiera el càntaro, se desperdiciara el agua y entonces te abofetearìa, pero la bofetada no hubiera remediado nada. Ahora, cuando regreses con el càntaro lleno pondràs atenciòn y la bofetada habrà valido la pena.

Lienzo dijo...

En las batallas no se puede quedar bien, queria Gabriela: una batalla donde se queda bien, es una batalla que no se lucho. La gente gana y pierde, no hay de otra.

Pesadilla: El problema es que usted presupone una ética teleologica. Sus afirmaciones... le gusta el café tibio verdad?

Sybila dijo...

Señor Pesadilla: Le concedo aquello de que "no tienes que probar el fuego para saber que te vas a quemar" pero, bajo esa afirmación, podemos llegar a numerosos ejemplos en los que -desde mi punto de vista- vale más la experiencia. Sí, esa -aunque se oiga redundante - empírica.

¿Para qué vas a leer "Las mil y una noches" si ya sabes en qué va a terminar? te puedes ahorrar noches de desvelo. (En cierto sentido, la literatura son sólo tramas y motivos combinados (si, algunas veces, exponencialmente combinados)... ¿para qué leer entonces todas esas historias, si sabiendo unas cuantas bastaría para haber escuchado y leído todo?

¿Por qué haces el amor -o tienes sexo, llámelo como mejor le acomode - si ya sabes "qué se siente"?

¿Para qué te relacionas con personas si ya sabes que te pueden hacer daño? mejor relacionarse con un cactus, y ya.

¿Hay batallas que son estúpidas y podrían evitarse? sí.Completamente de acuerdo.

Pero, sigo con esta idea -al menos hasta el momento en que mis manos tocan el teclado- de que hay batallas que se tienen que librar. Aunque todos terminemos muertos.

Y entonces, estamos en desacuerdo. Pero eso también está bien.

Janik: En las batallas, indudablemente, sales herido. Cuando digo "terminas con los dedos rotos, o con guirnaldas sobre la cabeza" no invalida que termines con guirnaldas en la cabeza y los dedos rotos. (y las manos, y los pies, etc).